pointer-negroNació en el campo porque sus padres eran chacareros, y en esa cultura se fue formando a medida que pasaron los años. En aquel tiempo, pocos eran los medios  para el entretenimiento, pues no había radio, ni revistas, tampoco se conocían el teléfono, los  diarios y mucho menos existía la televisión, en consecuencia, era necesario elaborar razones desde el ánimo para fomentar la vida en cada jornada. Y lo más fácil, en aquel momento, consistía en sumergirse en la predisposición natural del ser humano y crear motivos a partir del instinto, para ello era menester desandar el tiempo, es decir, realizar una vuelta al pasado. Y dentro de los acontecimientos que podrían reflotarse, estaba la cacería, pero como una actividad deportiva y  para proveerse de alimentos propios o destinados al prójimo. Andando el tiempo y Tiziano, con 8 años de edad, comenzó a frecuentar la casa de sus tíos maternos, todos ellos fervientes cazadores. Por consiguiente, ese lugar representó la escuela apropiada para comprender y estimular la  actividad cinegética, por lo tanto, allí forjó de veras su espíritu.

Pasaron algunos años, cuando Tiziano apenas había cumplido los 11, y su padre, un italiano morrudo y de rostro muy rojo por el permanente trabajo a la intemperie, en cierta oportunidad recibió la invitación para compartir una cena  en casa de su amigo de la juventud, distante no más de 7 km, pero en aquel tiempo era lejos puesto que el único medio disponible presentaba tracción a sangre. Y pese a todo, en el atardecer del día convenido emprendieron la marcha con la vieja volanta, él  y  sus padres. Una hora después, llegaban a la casa de Federico que junto a su familia brindaron una cálida recepción a los visitantes. Más tarde, tal vez a una hora del arribo, comenzaron la cena mientras arreciaban las chanzas, anécdotas y otros, y en determinado momento, Coco, el hijo mayor de Federico, contó brevemente cómo un día llegó a su casa un perro de color negro intenso y tenía un collar de cuero rojo en el cuello,  temblaba por el frío y con evidencias de estar hambriento, era de raza pointer y  aún cachorro.  Lo habían extraviado unos cazadores procedentes de la ciudad vecina, quiénes encargaron el hallazgo a esta familia, no obstante  jamás volvieron por el animal.

Entonces Tiziano vio su oportunidad, por eso dijo:

-Coco, regálamelo, porque a vos no te gusta la cacería. Y yo hace tiempo que sueño con un pointer.

-Mira Tiziano, yo siempre quise tener un perro distinguido como este -respondió convencido el anfitrión-

A partir de allí no hubo más comentarios al respecto y otros temas ganaron el espacio.

Pero no todo estaba perdido, porque esta vez el destino quiso jugar a favor de Tiziano, por consiguiente, casi un mes después de aquella cena, pasaba junto a su padre por el frente de la casa y el Coco estaba esperando, allí en cuclillas y el perro a su lado. Ante esta situación detuvieron el vehículo y a modo de saludo preguntó a Tiziano:

-¿Aún quieres el cachorro?

-¡Sí!-exclamó Tiziano, desbordado por la alegría-.

-Entonces tómalo, es tuyo-dijo gentilmente el Coco-.

Y luego de dar gracias emocionado, prestamente  cargó al cachorro  en el medio de traslado y partieron. Ya tenía nombre para el pointer, lo llamaría Lobo. Y cuando apenas llegó a casa, con enorme felicidad mostró a su madre el nuevo integrante del hogar.

A medida que pasaba el tiempo, más intensa resultó la convivencia. Para Tiziano, el Lobo fue su compañero y mejor amigo, pues ambos compartían todo el tiempo. Enseguida hubo que entrenarlo en marcar los animales de cacería, y aconteció en una mañana gélida cuando juntos fueron por las vacas de tambo que pastaban en el potrero, en determinado momento Lobo quedó tieso, y la cola formaba una línea recta con su lomo y cabeza. Aquí Tiziano comprendió que el perro estaba apuntando, se acercó despacio y vio un poco más adelante a una corpulenta liebre, que con los ojos bien abiertos aguardaba el instante de dar un salto y escapar rápidamente, como sucedió segundos después. En consecuencia y de este modo, el pointer iría perfeccionando sus dotes naturales, hasta lograr la condición de excelente perro de caza, con el máximo nivel de actuación.

Sin embargo el Lobo, reunía otras condiciones fuera de lo normal para un animal de su raza. Por ejemplo, asumía el rol de guardián de la casa y los enseres de su amo, actuaba en el arreo de los animales. También mostraba cierta “ferocidad”  cuando debía defender espacios, tanto es así  que los otros perros de la casa  lo respetaban en especial.

Muchos años, en cada temporada cinegética, juntos fueron a cazar  en chacras y montes de diversos sitios, algunos bastante remotos. Tiziano y el Lobo, siempre  estaban juntos durante momentos de cacería o fuera de ella, eran amigos y por ello se entendían con solo un gesto o una mirada, tal como si existiera una delicada sintonía desde el alma. Pero un día Tiziano se marchó de la casa y sin poder explicarle los fundamentos a su entrañable amigo, solo un fuerte y prolongado abrazo marcó la despedida. A partir de allí, transcurrieron varios meses sin ver a su amo, tampoco podría haber comprendido razón alguna, entonces el pobre Lobo enfermó, parecía que lo afectaba la tristeza o algo parecido, por los síntomas manifiestos. También había perdido su elegancia y caminaba con bastante dificultad. Para colmo, un día vino a la casa cierto vecino con un medio tirado por caballos, al que le llamaban “chata”, y pisó casualmente a Lobo en la parte posterior de su columna. En ese momento gritó mucho por tanto dolor, pero luego sobrevino lo peor: sí, porque había quedado inválido. Pues solo podía desplazarse dando pequeños saltos y arrastrando la parte posterior de su cuerpo.

Pasaron  casi tres meses desde aquella tragedia, cuando Tiziano retornó al hogar, le habían concedido varios días de licencia en el servicio militar ¿Dónde está el Lobo? Preguntó de inmediato, pero nadie respondió, más bien se hizo un interminable silencio. Entonces presintió lo peor y a la carrera comenzó a revisar todos los sectores de la casa, hasta encontrarlo a la sombra de un árbol un poco alejado de la vivienda. Y cuando lo vio en tan deplorable estado, estalló en llanto ¡Qué te pasó! Le gritó a su noble compañero. Lógicamente, no hubo respuestas. Luego, ante el conmovedor instante, sus padres explicaron con calma lo sucedido.

A continuación, y al ver nuevamente a su amo, comenzó a ladrar como intentando dar su propia explicación, posteriormente se mostró animoso y empezó a realizar intentos para poner en movimiento la parte afectada. Transcurrieron los días y merced a las continuas manifestaciones de cariño, se produjo el milagro. Sí, porque Lobo en determinado momento logró ponerse de pie y tambaleante echó a andar, articulando sus cuatro patas, y hasta la cola movía. En consecuencia, hubo expresiones de júbilo y también aplausos.

Más tarde, cómo explicarle a su fiel compañero y amigo que debía partir otra vez. Y lo más feo de esta historia real es que nunca más se volvieron a ver, porque el Lobo murió poco tiempo después, al  ser atropellado por un auto. Pero dejó su  eterna huella en el recuerdo de Tiziano, aún sin poder comprender jamás las causas del destino, el que de esa manera los llevó  a separarse para siempre.