EL-PAPA-FRANCISCOUno camina por este mundo tratando siempre de proyectar y, a la vez, justificar la propia existencia; pero una existencia fructífera no es pensar todo el tiempo en nosotros mismos y  sólo en nuestros intereses personales, o cuando  apenas extendemos esa preocupación a nuestra familia y basta; porque si ampliamos el horizonte en la misión de vivir e incluimos al prójimo en nuestros propósitos a través de actos solidarios, altruistas; entonces comenzaríamos por interesarnos en los demás y ayudando de cualquier modo a quienes realmente lo necesitan, con procedimientos colectivos o individuales. Entre los primeros están los que podemos desarrollar en beneficio de instituciones que albergan niños, ancianos o desvalidos; y en cuanto a los individuales, incluimos aquellos menesterosos por cualquier causa económica o, simplemente, a los que tienen el alma llena de soledad.

 “Sólo una vida vivida para los demás vale la pena”. Albert Einstein. Y con esta premisa imaginen la sonrisa de un niño pobre al recibir un juguete o un plato de comida, la mirada cansina y agradecida de un anciano solitario cuando le dedicamos nuestra atención. Y así podríamos continuar, porque la solidaridad tiene infinitos caminos; pero todos, absolutamente, conducen al corazón a través del sentimiento.

 Todos necesitamos sentirnos importantes para los demás y que el prójimo nos tenga en cuenta, aunque fuere con pequeños actos, y cuya reiteración hacia la misma persona mejora el resultado. Por eso, queremos incluir en este comentario y con fines ilustrativos, algún programa masivo, donde  personas con real  talento y que antes divagaban únicamente en el ámbito doméstico, puedan  proyectarse y demostrar públicamente lo que saben hacer al tiempo que son reconocidas respetuosamente por tantísimos semejantes; incluso por su actuación logran una maravillosa retribución del espectador que aplaude y se emociona en conjunto, mientras que el estado de ánimo general despliega un profundo sentimiento de gran familia unida; porque el espíritu de cada persona demanda sentirse valorado e integrado socialmente, simplemente a partir de su naturaleza gregaria. Una condición importante es la Fe, pues contribuye a purificar el alma a la vez que impulsa y sustancia la vida.

 Para terminar, decimos que la solidaridad protege al que la recibe, dignifica al que la ofrenda y hace feliz al conjunto social. En consecuencia, el hombre encontrará el significado de su vida, sólo a través de la entrega de sí mismo a la sociedad. Ah, y sin olvidar jamás que: “Donde hay educación no hay distinción de clases”. Confucio.