Las soluciones

Para ello debemos implementar los procedimientos enunciados a continuación: impartir cultura vial; incentivos económicos; ejemplos asociativos; una Justicia dinámica e inexorable; sanciones progresivas y el control mecánico como un servicio público. Que contemplen los siguientes aspectos:

1- Una campaña amplia y sostenida en el tiempo, a la luz del diagnóstico anterior, de educación vial por medios:

-Gráficos, radiales y televisivos.

-Escolar primario y secundario, con una asignatura sobre el tema.

2- La Superintendencia de Seguros de la Nación debería establecer legalmente rebajas escalonadas en el costo del seguro- en muchos países este sistema se aplica con excelentes resultados- en la medida que el titular no protagonice accidentes de tránsito. Porque debemos comprender que no es equitativo ni estimulante el caso de un conductor que no chocó nunca durante 10 años, por ejemplo,  y deba pagar igual costo que otro propenso a generar accidentes con frecuencia.

3- La habilitación para conducir debería otorgarse luego de un examen psicofísico adecuadamente exhaustivo, cuyos parámetros sean  establecidos por profesionales de las disciplinas inherentes; y jamás esta concesión convertida en mero acto recaudatorio. Además, no sería un exceso si para el acto anterior es necesario estudiar un “vademécun” de conducción; legislado y puesto en práctica por países en donde conducen con excelsa  jerarquía; por fortuna, tales países son numerosos y algunos vecinos al nuestro; por tanto, fáciles de acceder.

4- Los ejemplos de honradez, austeridad y altruismo de quienes  ejercen el poder, desde los estratos más elevados y hacia abajo, tienen, sin dudas, un gran efecto estimulante y “contagian” a la gente en modo general e inducen a respetar, cada vez más, el orden constituido. Incluso crean un geotropismo más autentico en cada persona.

5- La Justicia debería funcionar y bien, con un marco jurídico apropiado a los tiempos que transcurren y exista, además, suficiente voluntad funcional; disponiendo:

-Multas pecuniarias para distintos conceptos, que hagan sentir al infractor que es demasiado costoso reiterar la acción, aunque tenga el “bolsillo gordo” o indiferencia en el ánimo. No obstante, corresponde respetar el  derecho a descargo en instancia única y en trámite sumario.

-Aplicar la inhabilitación progresiva o permanente para conducir; en este caso para los hechos graves y reiterados; como los acontecidos, por ejemplo, en las “picadas” en zona urbana.

-Que los protagonistas de accidentes gravísimos, con muertes, cometidos en ocasión de una infracción flagrante a las leyes, no deberían obtener tan fácilmente la libertad; porque la figura de “homicidio culposo”, en esos casos, no convence a la inmensa mayoría y menos a los familiares de las víctimas.

-Y que el pago de una fianza no permita asegurar la inmediata “impunidad”, evitando la privación de la libertad de los que tienen mucho. Porque, de otro modo, parecería que las personas de menores recursos son humana y prácticamente más culpables ante un mismo caso.

-Desalentar las “avivadas”, expresión perversa de una cultura, sencillamente imponiendo el máximo rigor legal.

Finalmente, el rigor legal no debería preocupar al ciudadano disciplinado, ni al legislador al aprobar, ni al juez o autoridad respectiva al sancionar; pues sus disposiciones más gravosas son para los infractores a sabiendas. ¿O vamos a aceptar que se invoque la ignorancia de derecho como recurso de defensa?