IMG_6947Para medir su importancia basta con solo pensar que por el camino se desplazan continuamente los sueños y la vida de muchas personas, algunas décadas pasadas era común también observar un caminante, aunque fuere muy largo el camino, pero en la actualidad, casi siempre es con el empleo  de medios que define la tecnología en el tiempo. Y en otra dimensión,  por el camino transita el desarrollo económico en base a las constantes relaciones humanas que  promueven y afirman  múltiples emprendimientos. Luego este cúmulo de aspectos, que son primordiales, nos permite obtener una  estimación del verdadero beneficio que concede un camino, y su calidad muestra las condiciones en que vive la gente del lugar. Por ello, cuando el Estado invierte en esa obra básica, apuesta al progreso integral, pues fomenta la riqueza material y espiritual, y de paso protege la vida de todos, cuyo conjunto manifiesta  la envergadura del acierto político y humanístico en las decisiones de un gobierno.

Construir caminos es difundir el desarrollo económico, poblacional y cultural, es proteger la vida y dignificar la existencia porque eleva  su calidad, incluso expande fronteras, acorta los tiempos y distancias, une a los pueblos y cultiva la amistad entre ellos. Por consiguiente, este acervo fundamental  de razones también pone a prueba la capacidad de gestión y la verdadera intención de un gobernante, el cual  a la vez  evidencia,  mediante sus decisiones, el modo  de apreciar y servir a su  pueblo.

Es cuestión de andar y observar para comprender que los países, provincias o comarcas que anhelan el progreso económico, como meta para mejorar la vida de su pueblo, invierten permanentemente considerables sumas en construir y mejorar todo tipo de infraestructura esencial, en particular por vías terrestres de comunicación. No obstante, si por tratarse de un país o región pobre, sin disponibilidades inmediatas en el erario público para crear caminos modernos, existen créditos internacionales adaptados a estos fines, que por tomarlos no habría sobrecarga financiera,  pues con solo la recaudación  mediante el cobro de peaje más el lógico incremento de la actividad económica tienden a cubrir las deudas por inversiones realizadas, si es que se asignan  racionalmente los recursos.

Tan trascendental es el camino que cuando comenzó la colonización agraria en la Argentina, a partir de 1850, se carecía de  caminos, y  únicamente existían algunas sendas que respondían a necesidades muy distintas a las que demandaba la realidad de este nuevo momento. Por ello, inmediatamente adquirió auge la construcción de ferrocarriles que permitieron la comunicación con zonas marginales, la expansión demográfica hacia espacios  de mayor potencial productivo, la formación de nuevos pueblos y la integración del país,  perfeccionando de esta manera las fronteras geográficas ante el mundo. En consecuencia, se fueron asegurando las condiciones de identidad nacional y desarrollo general.

Y mientras esto sucedía, lentamente comenzaron a construirse los caminos en la tierra virgen, por ejemplo, desde la Ley de Colonias de la provincia de Córdoba, sancionada el 2 de agosto de 1886, siendo gobernador Ambrosio Olmos, que establecía en su artículo 6º: “No podrán tener mayor área que las cuatro leguas cuadradas” Y en su artículo 8º, permitía: “Los particulares que quisiesen fundar colonias agrícolas presentarán los planos respectivos al P. Ejecutivo…”. Pero el parcelado de cada unidad, cuya dimensión  había sido fijada en 4 leguas cuadradas debía a su vez, estar subdividida en unidades de aproximadamente 1.150 m por lado, a las que luego los gringos llamarían  “cuadrado”, y alrededor de cada una de ellas era obligatorio dejar el terreno necesario para construir un camino. En consecuencia, con tal visión progresista fueron multiplicándose las vías de comunicación, por ello  en solo algunas décadas se afianzó una verdadera revolución en las comunicaciones terrestres. Por último deseo agregar que desde el 5 de octubre de 1925 se instituyó en la Argentina esa fecha como Día del Camino.