riodejaneiroEran tiempos en que la intrepidez constituía la causa principal de muchas aventuras, y algunas llegaron a parecer verdaderos actos de arrojo. Sin embargo, eran épocas en que la osadía representaba un bello impulsor natural de  proyectos que nacían  de las continuas ilusiones, y en importante caudal. En consecuencia, uno de esos sueños fue elaborando la decisión de ir a Río de Janeiro en auto, pero la distancia es de 3.300 km, y en ese tiempo, casi 3 décadas atrás, el medio disponible era un vehículo, ese del león, con una decena de años sobre su lomo, por eso, al motor le “golpeaba una biela”, serio defecto mecánico que tratamos de disimular  con un litro de aditivo en el aceite del cárter.

Entonces, un día  cargamos el equipaje, más una caja de repuestos, los más frecuentes en el cambio, porque en Brasil no existía esa marca de autos, y partimos  de  madrugada, mientras  transcurría el  de mes de marzo. En la 1ª jornada 1000 km recorrimos, en la 2ª hicimos noche en Porto Alegre. Posteriormente emprendimos por centro geográfico de ese enorme país, con 8.514.877 km2 de territorio, de tal modo pasamos por las poblaciones de Canela, Gramado y paramos en Río Grande  do Sul, y de aquí a Curitiba. Eran tiempos en que a los argentinos les gustaba ir a Brasil en auto, pero se atrevían  andar por la orilla nomás, porque ya en la última ciudad mencionada,  no se observaban patentes nuestras, vale decir que la cuota de coraje permitía llegar hasta Camboriú, para los más osados.

De allí a San Vicente, lugar donde precisamente comenzamos a notar que no éramos bienvenidos para algunos, incluso por la reacción  de un hotelero de esta ciudad. Posteriormente recorrimos Santos y Guarujá, los cuales son hermosos lugares para disfrutar de la naturaleza, la temperatura del mar, con extensas playas y suaves olas que convidan al romanticismo más que a una batucada. Y de aquí fuimos a San Paulo, por una espectacular autopista de 72 km de recorrido, denominada Rodovía Anchieta. También en esta ciudad debimos soportar la hostilidad de tres jóvenes primero, luego, en una segunda situación me animé a preguntar los motivos de la bronca, allí un señor mayor  nos manifestó: “si van a Río, seguro que visitarán el Cristo, en ese lugar fíjense cómo algunos argentinos, por ejemplo, nos ensuciaron con pintura en aerosol todo el frente de la iglesia que es base del Monumento”.

Días después partimos, pero el propósito de salir de San Paulo, enorme ciudad de 17.000.000 de habitantes, presentaba un verdadero dilema, solo una vieja brújula y la ubicación del sol nos ayudaron un poco para comprender dónde estábamos parados, pero eso no era suficiente. Por ello, preguntar y preguntar sería la solución más a mano. Por ahí apareció un filántropo, que al vernos medio atribulados, cortésmente nos indicó que lo siguiéramos, así lo hicimos durante unos 40 minutos y por fin detuvo la marcha de su vehículo en un sector amplio y dijo: “allí tienen  la Vía Dutra, es la autopista que los llevará a Río de Janeiro, son 435 km de distancia”. Agradecimos a tan generoso señor y continuamos el camino que, de entrada nomas, se presentaba encantador, lleno de flores en la parte media y muy bien señalizado, realmente una autopista del Primer Mundo.

Llegamos a destino cuando ya era de noche, maravillosa urbe, es el lugar turístico de mayor importancia en el Hemisferio Sur, por eso muchos viajeros de lejanas tierras  arriban a estas playas, tal vez, cautivados por el encanto natural y edilicio, más el eterno espíritu festivo y la  sensualidad carioca. Río es fantástica, con múltiples y extensas playas, que en orden geográfico, las principales son: Flamengo, Botafogo, Copacabana, Arpoador, Ipanema y Leblon. El famoso estadio Maracaná, que en realidad se llama “Estádio Jornalista Mário  Fhilo”, que fue un periodista impulsor del faraónico emprendimiento, inaugurado el 24 de junio de 1950, y tal complejo deportivo se halla dentro del barrio  de Maracaná, de allí su nombre habitual. El “Pan de Azúcar”, de 396 msnm, y su funicular, el “bondinho del Pan de Azúcar”, con cabina para 75 pasajeros y recorre una distancia de 1.400 m. La enorme catedral cónica, dedicada a San Sebastián, santo patrono de la ciudad e inaugurada en 1976.  Y el Cristo Redentor, de 38 m de altura, más su base de 8 m, que es una pequeña iglesia,  y enclavado sobre una montaña de 710 msnm, denominada cerro del Corcovado, este monumento fue inaugurado el 12 de octubre de 1931, y en el 2007 declarado una de las nuevas “Siete Maravillas del Mundo”. Río, en aquel entonces, tenía una población de 5.200.000 habitantes. Finalmente, incluso aquí comprobamos, lamentablemente, que era verdad aquella versión del Monumento denigrado con leyendas pintadas y alusivas a equipos argentinos de fútbol. Esto sucedió porque hay personas en mi patria, que aún no entendieron el valor de la civilidad en el mundo, la cual induce a respetar los bienes, más los usos y costumbres del país visitado, es la única manera de conservar  abiertas las puertas del alma durante toda la vida, y con el propósito de convertirnos también, en respetables ciudadanos del mundo.

Varios días después emprendíamos el regreso, desandando casi completamente el camino de ida, pero siempre asignando  mayor prioridad a la costa oceánica, partiendo de Angra dos Reis, población ubicada a orillas del mar y distante 151 km de Río.  De este modo, una semana más tarde, y a  23 días   de la partida, llegábamos a casa. Por ello, la aventura había concluido, justo cuando el odómetro de nuestro vehículo indicaba: 8.968 Km recorridos. En ese instante, muy felices brindamos por la intrepidez que nos dio vida.