imgalbert einstein2“Si anhelamos con sinceridad y pasión la seguridad, el bienestar y el libre desarrollo del talento de todos los hombres no careceremos jamás de los medios necesarios para conseguirlos”.

 El  14 de marzo de 1879 nació en Ulm, Alemania, de padres judíos. Al año siguiente la familia se trasladó a Munich  y en 1894 se radicaron en Milano; un año después intenta el ingreso a la Escuela Federal de  Suiza y lo reprueban. En el año 1900 termina su licenciatura e intenta ser ayudante de cátedra; pero no lo aceptan por “carecer de condiciones”. En 1905 presenta su tesis doctoral, “Una nueva determinación de las dimensiones moleculares”; y desde aquí comienza su vertiginoso ascenso en la ciencia y por el camino hacia la fama.

 Einstein realiza tres contribuciones decisivas en 1915: La teoría general de la relatividad, Explicación del movimiento perihélico de mercurio a partir de la teoría de la relatividad y Ecuaciones del campo gravitatorio.

 En marzo/abril de 1925 visitó la Argentina, donde pronunció siete conferencias sobre temas de su investigación científica, a la que agregó una exposición reflexiva. Cuatro fueron en la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales; y una en la Facultad de Filosofía y Letras; ambas de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Y dos realizadas en la Universidad Nacional de Córdoba. Esta visita resultó un verdadero acontecimiento en nuestro país.

 Su obra científica es enorme, como su personalidad, por lo cual sería imposible detallar en este espacio tan limitado. Sin embargo, no menor fue su postulado humanista en beneficio de la gente sin distinción de razas y credos, por el que dedicó gran parte de su vida y desde su prestigio científico cimentó el aporte en bien de toda la humanidad; por eso estuvo siempre muy cerca de pacifistas, tales como Bertrand Russell, Mahatma Gandhi y Romain Rolland. Los dos grandes objetivos de su existencia, científico y humanista, le permitieron a Einstein eclipsar a figuras famosas del cine, el deporte y la política del momento.

 Era promotor de un mundo sin fronteras, donde se eliminaran nacionalismos fanáticos y  fomentaran  la unión en favor del progreso y la cultura; incluso erradicando el servicio militar obligatorio. Y su pacifismo fue genuino porque carecía de  retórica anodina (muy común en el ámbito político).

 Albert Einstein no creó la bomba atómica; pero es verdad también que sugirió al presidente Roosevelt la necesidad de adelantarse a los alemanes, en representación de otros científicos, que como el italiano Fermi, estaban trabajando en su  fabricación.

 Einstein se consideraba un filósofo más que un físico. “El creador de la relatividad era en verdad un científico polifacético, que no desdeñó el aporte de las mentes más luminosas de su medio y de su pueblo” (Alfredo Llanos).

 “Las metas comunes del esfuerzo humano, obtener posesiones, éxito exterior y lujo, siempre se me han presentado como despreciables, desde que era muy joven”.

 “Si la tercera guerra se llevara a cabo con el empleo de armas atómicas, la cuarta se realizaría con garrotes y garras”.

 “En mi larga vida he aprendido una cosa: que toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil y que, a pesar de todo es lo más valioso que tenemos”.

 Albert Einstein muere el 18 de abril de 1955, en Princeton, a los 76 años de edad. Y, a modo de homenaje a su memoria, pensamos que  fue el dueño de la inteligencia más brillante de todos los tiempos.

 “Einstein fue no sólo un gran científico, sino un gran hombre. Postulaba la paz en un mundo que se deslizaba hacia la guerra. Permaneció lúcido en un mundo enloquecido, y liberal en un mundo de fanáticos”.

                                                                                    Bertrand Russell