El criterio general expresa que la mentira es una demostración contraria a lo que se conoce, se piensa o se cree. Es un recurso empleado con fines diversos y en contra de lo que se considera como una verdad. En consecuencia, la mentira representa una impostura. También equivale a un antivalor moral, y siempre tiene un condimento negativo. No obstante, su uso cuenta con una gran difusión. Desde el punto de vista puramente biológico se manifiesta como un mecanismo de sobrevivencia. Y en las relaciones humanas constituye un modo destinado a la combinación social.

Santo Tomás de Aquino, que perteneció a la Orden Dominicana, distinguía tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Y los tres tipos mencionados exteriorizan un  pecado, pero con una dimensión diferente. Tanto es así que las útiles y humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa incluye un pecado mortal. En consecuencia, el tipo más grave es la calumnia, ya que con ella siempre se acusa a un inocente, donde el único móvil es la maldad o la malicia.

Desde el respeto a la publicación anterior, por nuestra parte, haremos una clasificación un tanto diferente. Sin embargo el contenido semántico, en general es idéntico. Y cuyo desarrollo es el siguiente, dentro de las alternativas que consideramos más conspicuas:

-Perniciosas.

 Son las mentiras que se realizan con aviesas intenciones, las cuales siempre estarán destinadas a causar un daño sobre ciertas personas o situaciones. Y, de este modo, obtener algún  beneficio económico o, en su defecto, por solo satisfacer algún resentimiento que anida en el ánimo del que la origina y, a la vez, la difunde. En especial, cuando a sabiendas el gestor recurre a determinadas personas o medios, siempre ávidos por impulsar noticias urticantes y sin que sus escrúpulos funcionen dentro de un nivel básico de dignidad. Cuyo resultado general siempre deteriora la calidad  de las relaciones humanas. Dado que, por ejemplo, si el perjudicado demostrara públicamente y con fundamentos categóricos que la injuria se trató solo de una mentira perniciosa, los que contribuyeron a difundir esa mentira, es muy probable que jamás irían a pedirle disculpas.

-Piadosas.

El propósito natural de este tipo de mentiras, se basa en la intención de evitar que el prójimo sufra algún daño material  o moral, ante un determinado acontecimiento. Es decir que este tipo de mentiras tiene un contenido solidario. Y, de veras, siempre conmueve el alma de alguien que presencia sus resultados.

-Jocosas.

Las mentiras jocosas, son la nutriente fundamental del humor, sea profesional o amateur, y de todos los tiempos. Por eso, estas mentiras tienden, por lo general, a  ensalzar el buen ánimo del oyente. Y este propósito se logra a través de la narración de acontecimientos casi siempre irreales y extravagantes, donde también la torpeza humana  suele ser parte de las historias compuestas por un humorista experto o simplemente por un aficionado. Los cuales, también acostumbran a ridiculizar  los procedimientos normales que demanda la vida. Sin embargo,  otras veces estas mentiras  se emplean  para morigerar el miedo o la congoja en el ánimo del oyente, que por distintas  razones  le  impone la vida.

-Plagio.

Estas mentiras se dan cuando alguien copia el trabajo de otro con la intención de que parezca propio. Lo cual comprende no solo las mentiras en sí mismas, sino que manifiesta un robo, por lo cual podría tener consecuencias legales pues tipifica un delito. Dado que estas mentiras definen un acto de mala fe, al usar intencionalmente un trabajo de otra persona, no solo para lograr un beneficio propio, sino con el fin de que parezca que el mentiroso es el autor de ese trabajo. Por consiguiente, en el ámbito  de la propiedad intelectual, en especial, este acto suele ser valorado como el más repudiable de todas las mentiras.

Como podremos observar, por una multiplicidad de propósitos se recurre a las mentiras. En consecuencia, las implicancias suelen ser muy diferentes, porque las mentiras siempre se nutren con los fines.