el-bien-individual-y-el-bien-comc3banEl orden social es la única condición que asegura una convivencia civilizada. Pero tal ordenamiento no deriva de una generación espontánea, sino que es menester elaborarlo paso a paso y extender esa construcción a todo el tejido social. Y en este propósito, son las organizaciones políticas que gobiernan  un país, las que deberían realizar el aporte fundamental, sin embargo la realidad nos muestra a lo largo de la historia, incluso en el presente, que no siempre es como debería ser.

Por otra parte, el orden social es una necesidad básica, sobre la cual se funda el buen funcionamiento económico, político y jurídico, cuyos sectores  interactúan con procedimientos propios, y los resultados, de diversas maneras,  influirán siempre en casi todas las   personas que viven dentro de las fronteras del  país en cuestión. En consecuencia, si ese país carece de orden social, es muy  difícil que pueda mantener en el tiempo una estabilidad política digna y un progreso económico ponderable.

Luego, es evidente que los sectores mencionados interactúan, no obstante es la política que marca rumbos y repara las fallas en el  funcionamiento integral. Siempre y cuando desde el gobierno central impere el ánimo de desprendimiento genuino, caso contrario el fracaso estará asegurado. Y esto último acontece en tiempos que al gobierno lo motiva solo el interés personal o sectorial, y de este modo da la espalda al pueblo, pese a que en su  continua perorata exprese lo contrario.

Generalmente son  países subdesarrollados los que presentan  situaciones apropiadas donde prospera el desorden, cuyas implicancias se podrían señalar fácilmente pues están a la vista de todos y la padecen la inmensa mayoría de sus habitantes. Con todo, las consecuencias  más importantes consisten en  permitir que se degraden los valores esenciales para una convivencia digna, y su fundamento es la falta de compromiso social para estimar adecuadamente el trabajo, el respeto en las relaciones humanas, allí donde prospera el deterioro de los usos y costumbres, más los cargos políticos apreciados como un “botín” o como un recurso para facilitar el nepotismo y no como un espacio destinada a servir al prójimo, cual es el significado original de la verdadera política.

“Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”, afirmaba Albert Einstein. Por otro lado, debemos apreciar que el ejemplo jamás contraría la ley de gravedad, vale decir que el ejemplo que se propaga con verdadero peso y luego asimilan las bases, es el que viene desde arriba, impulsado por la autoridad máxima, cuyo efecto natural se esparce hacia abajo y en todos los estratos que conforman un pueblo. A modo de corolario: “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías y discursos, breve y eficaz por medio de ejemplos”, sostenía Lucio Anneo Séneca.