Si un lugar es encantador ante nuestros ojos, la extensión del mismo no haría más que agrandar esa sensación de placer en todos nuestros sentidos; cuyos efectos luego se somatizan y, por ello, también nos aseguran bienestar orgánico. Por ejemplo, es normal observar durante un viaje por sitios extraños y llamativos que ningún participante del periplo se queje por un dolor físico o malestar anímico; y los más veteranos hasta de las pastillas diarias se olvidan y todos, absolutamente todos, parecen jóvenes que integran un grupo festivo.

 Cuando trasladamos estas agradables vivencias al ámbito doméstico y desde aquí las extendemos a nuestro país, donde podríamos disfrutar de sus 2.780.400 km2 y, en particular, de paisajes únicos en el mundo; tales como las Cataratas del Iguazú, declarada Patrimonio dela Humanidad por la UNESCO, localizada en la provincia de Misiones y formada por 275 saltos, con una altura máxima de 80m en la garganta del Diablo; el año pasado fue declarada “maravilla natural del mundo” y su nombre deriva del guaraní “i-guasú” que significa “agua  grande”; el 80% de los saltos son argentinos y el resto corresponde a Brasil. El glaciar Perito Moreno, ubicado en el Lago Argentino, provincia de Santa Cruz, tiene un frente de 5km y emerge del agua unos 60m de altura; fue declarado Patrimonio dela Humanidad por la UNESCO en 1981 y luego designado 8ª maravilla del mundo; al mismo se accede desde El Calafate, distante 80km. La cordillera de los Andes, enorme masa de montañas que establece el límite oeste dela Argentina y se proyecta en Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, posee una extensión  de 7.500km y el pico más alto es el Aconcagua, con 6959msnm, situado en la provincia de Mendoza. Finalmente, las costas oceánicas con 5000km de largo.

 En lo que se refiere a economía y naturaleza sólo mencionaremos algunos espacios: la extensa llanura que contiene a la pampa húmeda, tierra fértil para la producción de granos y carnes, que llena la vista de encanto y, a la vez, muestra la dimensión de su potencialidad alimentaria para el mercado local y mundial; tanto es así, que al observar la inmensidad de los campos productivos, sentimos que las crisis por alimentos y de otro orden jamás podrían pertenecer a nuestro país. Además tenemos los montes naturales de gran variedad y superficie, entre los cuales contamos el Impenetrable chaqueño, las Yungas y lo poco que nos queda del resto autóctono; cuyo conjunto asegura la obtención de la madera, el régimen normal de lluvias, la protección de los suelos, la fotosíntesis y, en suma, el equilibrio ecológico; en consecuencia, deberíamos sentir que esos montes están allí para cuidarnos la vida ¿Y qué mejor si devolviéramos igual cuidado a modo de agradecimiento? Así lograríamos una beneficiosa reciprocidad.

 Para terminar decimos que el destino nos regaló la extensión de un admirable lugar llamado Argentina; entonces, por favor, disfrutémoslo con mucho respeto porque el mismo nos está cuidando a través de la contención que ahora nos beneficia a todos, sin excepciones, y en el futuro será para nuestra posteridad, sin límites de tiempo.