Son grandes recipientes rectangulares, de chapa muy gruesa y los depositan en la calle, como si fueran parte del suelo; pero no es así, están destinados a contener escombros, basura u otros desperdicios, generalmente de obras de albañilería.

 Están allí y albergan también una advertencia imaginaria; por  ejemplo: ¡Cuidado que por sobre de mí no podrán pasar! Y su acechanza es artera, pues no tanto durante el día porque los podemos divisar a tiempo; pero sí por las noches, como agazapados esperan a sus víctimas motorizadas o con tracción a sangre, da igual.

 En nuestra ciudad  de Córdoba, muchos transeúntes ya los embistieron, y a  algunos les costó la vida. No debiéramos esperar otros acontecimientos iguales o parecidos ¿Verdad?

 ¿Entonces, qué hacer? Comprendemos que dichos elementos hacen falta y, por lo tanto, allí deben estar, donde los necesiten. Sin embargo, debemos evitar el enorme riesgo que implica su colocación en lugares inadecuados. Y decimos, además, que en la calle no pueden estar, porque la vida humana es más importante que la necesidad de botar escombros o basura; por ello proponemos que se instalen sobre las veredas, dejando el espacio aproximado de 1 metro de ancho, entre el contenedor mismo y la pared o límite de la propiedad que lo necesita, para que puedan transitar libremente los peatones; y si, no obstante, “volara” su estructura sobre la calle, por ser la vereda demasiado angosta, correspondería señalizarlos esmeradamente con “ojos de gato” u otros artefactos refractarios. Ah, y si la excusa es que podrían dañar  los mosaicos de las veredas, con poner dos o tres tablas de madera y asentar arriba el contenedor, todo estará solucionado.

 El tema así planteado parecería motivado por una cuestión doméstica; con todo, si el mismo incluye el riesgo de vidas, se extiende y adquiere valor universal. Finalmente, reiteramos que nunca dichos objetos deberían estar en la calle. Inclusive, esta es la manera de ser solidarios con nuestros semejantes, creando soluciones fáciles para respetar y cuidar la vida de todos; por eso, a partir de ahora, cedemos esta propuesta a la conciencia de la gente y a la responsabilidad de  las  autoridades competentes, con la sensación del deber cumplido.