asado-a-lo-argentino-en-miamiEs bastante común escuchar palabras exultantes sobre el tema del título. Y las más rimbombantes manifiestan la belleza de un viaje a través del estómago, donde a los sólidos suelen agregarle cantidad y calidad de líquidos ingeridos, por lo general de contenido alcohólico. Y nada más equivocado, por el perjuicio que causa este comportamiento, tanto desde el punto de vista físico como emocional.

Cuyas secuelas se evidencian de diversas formas, pero dos son los aspectos fundamentales que contiene, y ambos con innegables repercusiones negativas. Las cuales veremos a continuación: en primer lugar, comer en exceso. Aquí debemos convenir que un estómago demasiado recargado, aparte de propender el cuerpo a la adiposidad general, su efecto retarda la digestión, produce somnolencia y otros síntomas de cierta entidad. Pero todos son incompatibles con poder disfrutar un viaje en plenitud, pues impide, en tiempo e intensidad, apreciar normalmente los lugares visitados, inclusive produce desgano y reduce el ánimo para prolongar cualquier aventura.

En segundo lugar, las bebidas alcohólicas. Es verdad que de inmediato, éstas producen alegría, euforia, y la calidad fomenta incluso el ego ante los terceros. Sin embargo, es importante el daño que causan. Por ejemplo, habiendo tomado alcohol, no podría conducir un vehículo, tampoco se conservará intacta la lucidez, y menos aún la precisión de las valoraciones, pues todos sabemos que el alcohol tiende a alterar las facultades motoras de una persona, además impulsa a la distorsión de las percepciones. Por consiguiente, trastoca la realidad. Y todo por un trago en momento inoportuno ¿Acaso vale la pena arriesgar la integridad física o deformar las cosas por ese gusto de dudoso placer comparativo? Evidentemente que no, más aún si a tal estimación la realizamos desde el punto de vista puramente racional.

Finalmente, en la gastronomía contemplada para un viaje, en particular, muy bien se adapta ese viejo adagio que expresa: “comer para vivir y no vivir para comer”. En cuanto al tema de consumir bebidas alcohólicas con cierta abundancia durante un periplo, debemos inferir que su caudal es inversamente proporcional al volumen de la capacidad perceptiva del individuo. Por lo tanto, cada uno  deberá optar por lo que realmente quiere llevarse como recuerdo de un viaje.