Desde mediados de la década del ´60 y hasta la del ´90 del siglo XIX, el desarrollo de este medio para transporte y comunicación fue espectacular y, merced a ello, el progreso en las zonas de influencia resultó explosivo. Y nunca antes la República había vivido un fenómeno tan dinámico en el proceso de crecimiento.

 En el tendido de las vías férreas, realizado por empresas inglesas, se establecieron las distintas líneas formando un abanico con vértice sobre el puerto de la ciudad de Buenos Aires; un proyecto consensuado con el gobierno argentino a fin de lograr mayores beneficios para el comercio exportador de los productos primarios y la importación de bienes manufacturados.

 El caso particular dela Compañía de Tierras del Ferrocarril Central Argentino que por el tendido de las vías desde  Rosario  y hasta la ciudad de Córdoba, a cargo del ingeniero William Wheelwrigth, recibió del gobierno argentino, “en plena propiedad”, una franja de tierra de una “legua” de ancho a ambos lados de los rieles

, con la obligación de  formar centros agrícolas dentro de  los 396km que separan las dos ciudades mencionadas; y según el contrato fueron casi 350.000 hectáreas de campo, que correspondían a una de las regiones más fértiles del país; pero existen otros documentos que demuestran que la cantidad real de tierras cedidas ala Compañía del Central Argentino fue mucho mayor .

 

 Finalmente, este ramal fue inaugurado el 13 de abril de 1870; también la primera Colonia agrícola cordobesa se fundó ese mismo año  y la llamaron Tortugas; sin embargo, por un fallo dela Corte Suprema en 1882 que ordenó correr el límite  de Santa  Fe hacia el oeste, dicha Colonia pasó a pertenecer a esa provincia.

 Si bien este medio de comunicación y trasporte resultó fundamental  para el desarrollo económico y poblacional del país, a la vez  generó la posibilidad de fraguar varios procedimientos irregulares; de los cuales  relataremos brevemente sólo tres:

 Primero; el diseño en forma convergente al puerto de Buenos Aires sirvió a los ingleses para sacar el trigo con destino a su país ¿Entonces, para ellos, cuál era la importancia del trigo? Con este cereal se produce la harina y luego el pan, y el precio del pan era el parámetro para determinar el salario inglés; en consecuencia, cuanto más barato obtuvieran el trigo menores serían los sueldos a pagar y, por ello, mayor resultaría el margen de utilidad que obtendría la burguesía industrial inglesa, dueña del poder en su país y, a partir de ese momento, dueña también de la economía mundial. Y para conseguir  la mayor ventaja, los ingleses pagaron el cereal argentino con sus excedentes industriales; pero en base a una escala de precios determinada por el más fuerte; y de este modo, lograban llevarse el trigo por un valor irrisorio.

 Segundo; la mencionada Compañía no incluyó las tierras obtenidas en las cuentas del Ferrocarril, tampoco las pobló tal como se había acordado en el contrato. Y por si fuera insuficiente lo anterior, también se negó a pagar todo tipo de impuestos que las provincias de Córdoba y Santa Fe exigían; entonces, ante esta situación, intervino el Poder Ejecutivo Nacional y ordenó por decreto del 6 de octubre de 1880, que ambas provincias sancionaran leyes que “eximieran a la Compañía de Tierras del pago de todo impuesto por los terrenos de su propiedad”. Por otra parte, el contrato establecía que el Estado argentino aseguraba una rentabilidad anual del 7% sobre la inversión global, cuyo monto  “dibujaron” los ingleses; por lo cual, en el primer año de funcionamiento, solamente, debió pagar $209.820  en carácter de compensaciones a dicha Compañía.

 Tercero; como dijimos más arriba, eran 350.000 hectáreas de campo que la Compañía del Ferrocarril obtuvo con la condición de poblarlas; pero esa extensión ya estaba poblada por buen número de personas propietarias de las tierras; sin embargo fueron expropiadas compulsivamente y desalojadas; luego, algunos re-compraron sus campos y otros, la mayoría, optaron por alejarse de esa zona. Los delegados del gobierno nacional encargados de ejecutar tan irónico plan de expulsión fueron  J. Perdiel en Santa Fe y  Manuel García en Córdoba; mientras tanto en la inmensidad de la llanura sonaba como una letanía  el clamor de los más débiles