4005701786_5af5bca2af_zEn este instante nos preocupa la calidad de la construcción, por ello queremos compartir con los lectores algunas reflexiones  destinadas a  crear diversas propuestas.

 Si nos referimos a una vivienda con una o dos plantas solamente, el diseño de su frente dependerá, en primer lugar, de la imaginación creativa del proyectista. Y relegado al segundo lugar se ubicará el tema económico, por el costo y tipo de materiales empleados. Sin embargo, su aspecto individual exterior y como impronta zonal o barrial tiene escasa relevancia de conjunto.

 No acontece lo mismo con edificios de altura; es decir, los que tienen varios pisos; y cuánto más altos son, mayor será su manifestación edilicia en el lugar; y  la adecuada elección de  materiales para el  revestimiento frontal es de suma  importancia.A continuación de la anterior valoración destacamos, por ejemplo, los modos y modelos de construcción adoptados en la ciudad de Córdoba, donde prevalece una muestra bastante representativa de las edificaciones realizadas en otras partes de nuestro país.

 En Córdoba observamos a cada paso y con tendencia general que las fachadas de “ladrillos vistos” cubren numerosos espacios céntricos, en los que predominan  construcciones de entre diez a algo más de veinte pisos. Este ladrillo mantiene su lozanía, de elemento nuevo, sólo unos pocos años; luego ennegrece por el hollín de los escapes, la polución ambiental, la tierra en suspensión y el simple transcurso del tiempo. Por lo tanto, este proceso, asigna a esas fachadas el aspecto lúgubre, envejecido; además de cierto desconsuelo al observador;  ésta sensación  aumenta si consideramos también que la uniformidad cromática, donde todo es marrón, produce la inevitable contaminación visual. Y peor aún si conocemos que los ladrillos no pueden limpiarse con arenados o sustancias abrasivas, pues éstos destruirían la capa exterior, con lo cual degradan su composición y por eso contribuyen a empeorar el aspecto externo.

 Nada de lo expuesto ocurriría si empleáramos, en el revestimiento de la fachada de un edificio en construcción, materiales tales como: cerámicos, mayólicas o pentagrés; porque estos elementos garantizan el aspecto perenne. Y mucho mejor si mezclamos colores primarios, haciendo, entre otros recursos, un degradé combinado.

 Creemos que resulta fácil comprender que este revestimiento asegura calidad inalterable en el tiempo; además, es perfectamente lavable y permite utilizar cualquier elemento de limpieza. Incluso  el colorido individual,  sumado al conjunto de  edificios vecinos con tales presentaciones de fachadas, brindará  un bellísimo y extenso  panorama multicolor; al que podríamos mejorar más  todavía si a cada frente incorporamos amplios balcones, cuyas barandas estén definidas por vidrio templado y ahumado, o acrílico.

 Si nos sentimos faltos de ideas para un emprendimiento como el que proponemos, entonces accedamos a alguna fuente de ilustración directa, que existe en las ciudades del sur brasileño, entre otras. Total allí no está prohibido copiar avances creativos y de buen gusto.

 Tres consideraciones finales:

 1-Una fachada con revoque de escasa calidad y  ventanas cuyas persianas son de lata y totalmente expuestas a la intemperie, nos merece igual valoración que la manifestada por los “ladrillos vistos”

 2-Si algún constructor argumentara que una propuesta como la nuestra encarece en 2 ó 3 mil  dólares un departamento, por eso no se realiza; preguntamos ¿Quién estaría dispuesto a evitar esa suma( que sería exigua en relación a la inversión global) por la casa propia eternamente bonita y sin gastos de mantenimiento exterior?

 3-Los frentes muy angostos, en edificios altos de departamentos a construir, no deberían ser admitidos por disposición del Código municipal de edificación; salvo que los constructores procedan como en Ámsterdam, por ejemplo; donde cada fachada es un encanto de creación e individualidad, y cuyo deleite eclipsa totalmente a la estrechez de un frente.