En realidad es tal como expresa el título. Debemos evitar o neutralizar este flagelo que carcome el poder adquisitivo de los salarios, desestabiliza las economías domésticas, regionales y de un país entero, que induce a la especulación, a “salvarse quien pueda”. Más la irracionalidad en el comportamiento general  para cubrirse de las embestidas, por los que se recurre inclusive a la avivada sistemática, respaldada en la mentira como modo de supervivencia. Y peor aún si agregamos otras manifestaciones lógicas, tales como huelgas y otras expresiones populares de protesta, las cuales son casi siempre justas porque vemos diariamente cómo se van degradando los sueldos y el trabajo. En consecuencia, es la franja más pobre de la sociedad la que sufre el mayor impacto, por el continuo deterioro de sus ingresos dentro del proceso inflacionario.

Por todas esas razones, ¿cuál es el modo de prevenir o curar este mal?

 Todo nace de la voluntad política de un gobierno central, legítimo y estable. Luego el proceso general es simple, pero los resultados suelen ser un poco lentos porque es necesario crear condiciones, cuyos efectos se irradien paulatinamente hacia abajo y en todo el tejido social. Por ende,  a partir de la voluntad política es fundamental fortalecer el marco legal del país entero y en todos los planos, con el fin de lograr una  seguridad jurídica indestructible, la cual  contribuirá a crear un escenario de confianza que naturalmente cautiva a los inversores extranjeros,   dueños de importantes volúmenes de capital en la mayoría de los casos. Y esa situación también atraerá a inversores locales, alguno de ellos con grandes «bolsas» guardadas en otros lugares del mundo. Incluso ya no será necesario caer en la sospecha de «blanqueos» para repatriar el dinero.

 Por consiguiente, a partir de allí y como resultado natural de esas inversiones, irá aumentando de manera sostenida la producción de bienes y servicios, además del efecto multiplicador favorable que dicho proceso rinde a la economía general (y de paso permite aumentar la recaudación impositiva). Después, con la oferta en constante incremento llegará un momento en que conseguiremos superar  la demanda, y por ello lograremos cumplir un principio básico de la economía, con los siguientes beneficios:

 1-Neutraliza el proceso inflacionario.

 2-Incrementa la calidad de los bienes y servicios, por efecto de la competencia lógica que trata de ganar permanentemente espacios entre los consumidores mediante la jerarquía de los productos ofrecidos, al estar operando en un mercado respetable y normalizado.

 3-Ya no se remarcarán a cada rato los precios de los bienes y servicios, ni tampoco será necesario aumentar sueldos con tanta frecuencia. Y en gran medida pasarán a la historia los conflictos sociales relacionados.

 4-Desde el exterior nos verán con sumo respeto por ser el nuestro un país de economía ordenada, con reglas claras, serias y, por lo tanto, confiables. En consecuencia, esa estimación indicará al mundo que están ante un mercado donde imperan las garantías básicas para realizar inversiones programadas por países o grupos económicos privados.

 5-Vendrán, con propósitos de inversiones, capitales genuinos y estables, pues los “golondrinas” buscarán terrenos más fértiles, que es donde ellos prefieren desplegar sus tentáculos con más libertad.

6-Ingresará mayor caudal monetario dentro del circuito financiero, lo que hará bajar los intereses y con ello facilitaremos la promoción del crédito destinado a inversiones productivas. Y el resultado final determinará que todo este proceso contribuya decididamente a incrementar la actividad económica general al tiempo que reduce la tasa de desempleo. También irá desapareciendo, de a poco, la desocupación disfrazada con cargos públicos y las considerables transferencias al sector improductivo que ello demanda, en consecuencia habrá más dinero para realizar obras públicas destinadas principalmente a favorecer el desarrollo integral sobre la base de un conjunto de medidas de saneamiento civilizado.

7-Es necesario aclarar que con las gestiones indicadas actuamos sobre la localización medular del proceso inflacionario, pero no contemplamos de inmediato los múltiples aspectos periféricos que definen las variables de una economía, porque todos ellos tienden en el corto plazo a sintonizar de manera espontánea con aquella condición fundamental. Por otro lado, es justo observar que la inflación es un problema difundido únicamente en países subdesarrollados, según muestra la realidad a cada paso, de manera que si aceptamos esta aseveración, en consecuencia, comprenderemos totalmente los puntos anteriores de esta exposición.

 No es tan difícil el procedimiento, ¿verdad?  Recordemos siempre que debemos partir de una férrea voluntad política, motorizada por el altruismo genuino y sin demagogia ni populismo, y menos todavía darle espacios a las componendas sectoriales o negar la existencia del problema. De esta manera, una vez asegurada la estabilidad económica, habrá tranquilidad social y política en amplia difusión,  incluyendo la eliminación definitiva de esas ansias locas de correr detrás del dólar o esconder la “bolsa” en algún paraíso fiscal por miedo de que se venga la noche en la situación general del país en cuestión.

 Finalmente, querer es poder. El camino es claro, sencillo y está a la vista de todos, en especial es tarea de aquellos gobernantes que quieren servir a su patria por sobre cualquier interés personal, sectorial o partidario.