19“La cara que no es capaz de dibujar una sonrisa, mejor que no abra una tienda”, proclama un antiguo proverbio chino. Por ello, cuando alguien pretenda instalar un negocio, debería contemplar esta situación y valorarla como parte esencial del emprendimiento. Sin embargo, aquí me refiero únicamente al sector privado y a las pequeñas y medianas empresas, precisamente donde el trato personalizado de los titulares con sus clientes efectivos o potenciales prevalece. En cambio, dentro de las grandes firmas raramente algún titular tenga trato con el cliente, pues difieren en el orden organizativo y funcional.

Volviendo a nuestro propósito, es necesario destacar que el emprendedor tendrá el éxito asegurado, en elevado porcentaje de posibilidades, si comprende desde el inicio de su actividad comercial la importancia que tiene lo expresado en el párrafo anterior, y mejor aún si dicha valoración forma parte de su filosofía de vida, porque aparece como más sólido el concepto. En consecuencia, debemos fundar este rol en los siguientes postulados, que  facilitan las relaciones humanas elementales en pos de un fin comercial:

-Amabilidad en el trato con el cliente de parte del titular. Y en lo que se refiere al personal dependiente, al momento de su incorporación, convenir que la cortesía y simpatía forman partes de las cláusulas del contrato laboral.

-Sinceridad respecto de la calidad en los productos y servicios ofrecidos, cuanto más respaldo de garantía, mejor.

-Propender a mejorar o, por lo menos, mantener en el tiempo la buena calidad de las cosas ofrecidas.

-Entender que el cliente representa individualmente, y en conjunto, el sustento económico del negocio y razón de ser del emprendimiento. Por lo tanto, corresponde asegurar un bienestar ambiental y con precios razonables, acordes con la calidad de los bienes y servicios ofrecidos.

-Hacer sentir al cliente como en su propia casa, como integrante de la gran familia del lugar. Y ante un reclamo del mismo, jamás tratar de rebatir las razones invocadas.

-Invertir en confort para el cliente, de modo que éste disfrute realmente el instante que transcurre en la sede del negocio. Y existen actividades que permiten al titular “financiar en cuotas al cliente” la inversión efectuada en comodidades, porque las condiciones del ambiente permiten adicionar un incremento en el precio de los bienes o servicios comercializados. Por ejemplo, un bar, café, restaurante, etc. Y esto sucede porque es una tendencia natural del ser humano que prefiera pasar su tiempo en ambientes más jerarquizados por la calidad en su presentación.

-Instalar un negocio pensando siempre en cuánto le va a gustar el lugar al cliente o visitante, lo cual fomenta sus posibilidades de ganar dinero. Nunca abarrotar vidrieras con mercadería, tampoco hacerlo en el espacio interior con mesas y sillas sino por el contrario, pues un ambiente que concede paz, holgura y adecuada ornamentación, tiene grandes ventajas de prosperidad. Por caso, en  vidrieras sobrecargadas las mercaderías  pierden su individualidad, en consecuencia, esconden el atractivo para el observador; un café con vidrieras  a la calle, debe tener vidrios  de tono gris o bronce, los cuales evitan la reverberación o encandilamiento del cliente, y de allí que éste pierda la paz en el ánimo y el lugar se torne desagradable.

-Jamás apostar al pensamiento sobre que las personas, también a lo malo se acostumbran, pues este modo manifiesta una tentación al subdesarrollo.

Como observamos, no es tan difícil captar las reglas básicas que consolidan el éxito de un emprendimiento comercial. Para ello, debemos partir de una especie de altruismo, por el cual pensamos desde el inicio del proyecto “qué es lo que más le gustaría al cliente”. Y la ganancia estaría en segundo orden, resultaría una consecuencia del punto de partida.