images¿Es el hombre un animal de costumbre? Sí, lo confirma un estudio  realizado por la Northeastern University de Boston, EE. UU. Y el fundamento original es porque el hombre comparte ciertas características que son inherentes a las plantas y animales, por eso tiende de igual modo a comportarse como ellos. Entonces, tanto los hábitos como los vicios, se encarnan en el hombre mediante la repetición de actos buenos o malos, por lo cual en uno o en otro sentido vemos que la costumbre está relacionada a la actuación del hombre orientándolo a su perfección o a su destrucción. Esto se nota desde las pequeñas y hasta en las grandes cosas. En consecuencia, el hombre tiende a ser conservador por naturaleza, y en fomentar esta actitud interviene el subconsciente, cuando gana terreno sobre la conciencia, es decir que gana el espacio a la inteligencia racional.

El mayor inconveniente de la costumbre sistemática es que se nutre en la naturaleza humana y perdura en el tiempo, mientras resiste las acciones de cambios o innovaciones útiles a lo largo de la vida. Por ejemplo, transitamos el mismo camino todos los días, aunque éste no sea el más práctico ni de mejor estado, luego escucharemos justificativos tales como: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Además, continúan los contenedores de basura sobre la calle, a pesar de numerosos accidentes, algunos con víctimas fatales, y las reiteradas advertencias realizadas a través de diferentes medios, entre otros, desde mi blog y bajo el título: “Jamás los contenedores en la calle”. También vemos a diario la reticencia en el empleo del cinturón de seguridad en los autos, cascos en las motos y a respetar las normas en general. En consecuencia, las autoridades se ven obligadas  a recurrir a la coerción, mediante multas, para torcer una porfía, donde la resistencia al cambio contiene un alto grado de torpeza, porque ese cambio está destinado a proteger la vida del mismo que se resiste y del prójimo inocente, el que  a veces suele “pagar” esas negligencias.

Hay costumbres que son honrosas y otras negativas: entre las primeras, tenemos, por ejemplo, el respeto al prójimo, las reuniones de familia, valorar a los humildes y ancianos, los buenos modales en general, la misericordia, etc. Y entre los segundos están, la soberbia, el delirio de grandeza, la subvaluación de la familia, la falta de respeto al orden constituido, etc.

Finalmente, el hombre es un animal de costumbre, es verdad, pero también es cierto que ante una mala costumbre, el timón necesario para  torcer el rumbo se halla dentro de la propia razón, la cual elige el camino que transitaremos luego mediante la voluntad.