vitruvioVivíamos un tiempo en que eran muy largas las distancias y precarios los medios; y, a veces, ni siquiera alguno de éstos había disponible. Por eso, los propósitos allende las fronteras domésticas producían, por lo general, la sensación de  misión imposible. Sin embargo esta situación, que comienza con un sesgo negativo,  también es la apropiada para forjar el espíritu; el cual, de a poco,  irá desarrollando naturalmente  la capacidad de sacrificio suficiente para sustanciar el intento de realizar cualquier proyecto  que el deseo o la necesidad resuelvan.

 El anterior es terreno fértil para moldear adecuadamente el alma, la que en el transcurrir va elaborando mucha fortaleza volitiva; necesaria para inducir al cuerpo ante los más diversos objetivos que propone la acción de vivir; incluso los que demanden un esfuerzo superior. Y desde este  escenario parecería que nada, o casi nada, es imposible de alcanzar.

 En consecuencia, a partir del cultivo espiritual por medio de valoraciones y procedimientos en la tarea de existir y que asocia espontáneamente al cuerpo, se podría generar un fenómeno natural que colabora adicionalmente con dicho cultivo  y es, precisamente, la retroalimentación basada en la interacción de los dos factores mencionados; cuyo proceso se realiza en la residencia de la autoestima. Entonces el cultivo espiritual y corporal junto con una elevada dosis de autoestima, constituyen la trilogía básica que hará posible el logro de buen porcentaje de nuestros  proyectos.

 Bien vale aclarar que la situación planteada es sencillamente atemporal, porque tiene vigencia en todos los tiempos y jamás pertenecería a tal o cual época; como ahora podría inferirse  del primer párrafo de la presente exposición. Tampoco pertenece a un lugar geográfico determinado, por ello es universal. Por otra parte, el avance cultural facilita  normalmente  este proceso de consolidación; pues amplía el campo del conocimiento y, por ende, favorece la comprensión de las cosas; lo cual representa un elemento fundamental que  posibilita y mejora  las realizaciones personales.

 “Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos”.  Confucio.