Si en la vida concebimos el comportamiento sólo con actitudes formales y palabras meditadas, filosofadas; sería como metalizar la propia existencia. No, nada de eso conviene, pues los extremos a menudo suelen ser malos; en consecuencia, tampoco deberíamos implementar la pavada sistemática durante nuestra existencia. Una vieja convicción piemontesa expresa: “Chi pratica il zoppo, impara a zoppicare”; la cual, traducida al castellano equivale a: “Quien practica la renguera, aprende a renguear”.

 Por otra parte, es aconsejable trabajar con ahínco y responsabilidad para lograr un orden general de eficiencia en lo económico y dentro de un marco de respeto en las relaciones con el prójimo; pero jamás deberíamos olvidar que corresponde hacer un alto en el camino, un alto fructífero que implique dedicar ese tiempo a cultivar las relaciones personales; con amigos, en lo posible que tengan buena onda, el deporte, la solidaridad y, sobre todo, insumir buena parte de esos momentos junto a nuestra familia y, a la vez, situarla continuamente en el podio mayor de las valoraciones. Porque la óptima cohesión interna permitirá echar raíces para proyectar  una múltiple y positiva función hacia afuera, al crear un marco de  condiciones en que  se desenvuelve  la vida dentro de cada célula social que, en suma, constituyen una sociedad, donde su cultura general pueda sostener el propósito de sembrar y difundir valores. Al respecto decía A. Einstein: “El destino de la humanidad civilizada depende, sobre todo, de las fuerzas morales que sea capaz de generar”.

 Y los valores morales comprenden un amplio espectro, cuya sinopsis proponemos a continuación:

 1-El respeto y la preservación de la naturaleza humana.

 2-Los derechos humanos del pueblo, en particular para los más indefensos (y aquí incluimos a los aborígenes), que además comprendan salud, educación, solidaridad y Justicia.

 3-Promover usos y costumbres  que enaltezcan las relaciones interpersonales.

 4-El cuidado de la ecología.

 5-Fomentar el trabajo, y proponer siempre que éste es el medio que hizo grande a los países más desarrollados del mundo.  Los pueblos que así lo entendieron lograron, a través de la historia, sendos “milagros” en sus economías. Y, para finalizar decimos que Adam Smith, economista y filósofo escocés y máximo exponente de la economía clásica, sostenía que: “La riqueza procede del trabajo” Y, por nuestra cuenta, agregamos: el trabajo dignifica, independiza y provee al hombre; además, hace prósperos, grandes y respetables a los pueblos. Por último, decimos que el trabajo es también una exigencia bíblica.