reloj_1Hace muchos años, tal vez más de 30,  cuando nos hallábamos de paso en la ciudad de Santos, Brasil. Cuyo centro se extiende sobre una vasta bahía, bordeada por un jardín costero  tan grande que lo convierte en el mayor del mundo, dentro del cual existe  una ancha avenida. Y por las noches este sitio es iluminado  con múltiples  reflectores de variada potencia. Tanto de día como de noche, dicho lugar es ideal para  realizar largas caminatas en las que podremos disfrutar el colorido edilicio, la naturaleza vegetal, el sonido del mar  y la vista que se hunde en la inmensidad hídrica, más las amplias playas de arena  fina, todo al mismo tiempo.

 En la jornada siguiente a nuestro arribo, apacible transcurría la mañana, mientras que a pié recorríamos la zona céntrica. Y entre tantas cosas, en determinado momento pasamos frente a una academia de conducción, y su actividad se desarrollaba dentro de un espacioso ambiente que disponía de  importantes vidrieras, las cuales permitían observar a las personas que en ese momento participaban de un curso y los elementos utilizados. En consecuencia, tan sugestivo nos pareció el procedimiento didáctico que, por ello,  pedimos autorización en el ingreso con el propósito de compartir un instante de esa clase, posibilidad que fue concedida inmediatamente, y de este modo nos acomodamos en sendos asientos. Pues queríamos ver en directo esa forma tan distinta a todo lo conocido, hasta ahora, en la enseñanza para conducir vehículos.

Al frente teníamos una  maqueta, de unos 3 m2 de superficie, la cual resumía la parte interior de un motor, donde se destacaban los circuitos con luces de neón, rojo para el aceite y azul para el líquido refrigerante. Además del movimiento giratorio del cigüeñal, convertido luego en el desplazamiento alternativo de los pistones, y con ello mostraba los 4 tiempos: admisión, compresión, explosión y escape.

Posteriormente, en otra gran pantalla pasaron al conocimiento de cómo realizar un eventual cambio de neumático, más el control de los niveles de aceite del motor, líquido de frenos, dirección, refrigerante, etc.,  y la periodicidad u oportunidad más conveniente. Todo esto agregado a la importancia fundamental  que reviste el marcador de temperatura, durante la marcha del motor.

Aquí finalizó la clase, y continuaría al día siguiente. Por lo tanto, solicitamos un programa de estudios sobre la conducción, con el fin de ampliar el conocimiento del tema, es decir, con la intención de lograr una ilustración integral  del contenido de esos cursos, que nos sumergían en un mundo nuevo. Por consiguiente, allí vimos que la preparación, luego de lo presenciado, seguía con el planteo de diversas contingencias que podrían acontecer en el camino y cómo resolverlas de la  mejor manera, entre otras, una niebla densa o un temporal de tierra en suspensión, o una torrencial lluvia, etc.  Continuaba con la imprevisibilidad de los animales sueltos y cuando invaden un camino.

Después de esta experiencia, dimos las gracias al destino porque nos brindó la posibilidad de cultivarnos un poco más sobre un tema tan crítico en la Argentina. Por eso, y para terminar, propongo adoptar ese mismo sistema, así creceremos en civilidad y con ello seguro  que cuidaremos más la vida.