Tal como acontece en cada año, y cuando el mismo se aproxima a su final.  Son tiempos en los cuales fluye desde el sentimiento una  irradiación natural que nos  desbordará de bienestar anímico. Y  esta situación no es otra cosa que el fruto de la  esperanza  que comanda  el entusiasmo, mientras va adueñándose del lado positivo en nuestra mente. Puesto que es precisamente en el optimismo donde anidarán los buenos augurios, y  cuyo resultado se muda normalmente a un milagroso elixir para los corazones humanos. Por otra parte, si en algunos de esos momentos  invadiera la tristeza por los que ya no están con nosotros, en el acto  conviene  disipar la morriña. Y para alcanzar  ese propósito, basta con sublimar el recuerdo de las épocas felices que con ellos vivimos.

Toda realización partirá de un sueño, y no debería importar demasiado si el emprendimiento es grande o la pretensión es humilde, porque de cualquier modo la secuela  siempre vendría a satisfacer el espíritu individual. Y no olvidar jamás que los logros, sean vastos o pequeños, igual contienen la alegría del partido ganado, en consecuencia lógico es pensar que a la postre el resultado tenderá a cubrir las expectativas de quienes hayan apostado por esa fantasía. Al respecto William Shakespeare manifestaba: (más…)