Numerosas personas, organizaciones y estamentos, con frecuencia, fundan el comportamiento antisocial de los individuos en las carencias y miserias que debieron soportar, en particular, a lo largo de su crecimiento. Pues, afirman, es precisamente en ese período cuando definen resabios que deterioran el sano desarrollo emocional. Incluso sostienen que esas carencias padecidas, también agreden el espíritu de los adultos, al moldear resentimientos que posiblemente terminarían generando situaciones borrascosas en desmedro de una civilizada convivencia en sociedad.

En verdad, debería inferirse que una persona, como ente individual, está dotada de raciocinio a partir de cierta edad; el cual permitiría adecuarse con normalidad sincronizada a los meandros del propio destino. Donde el camino pocas veces está perlado de cosas bellas y fáciles de obtener. Pero el espíritu es como el cuerpo, en que cada músculo bien ejercitado con abnegación y enjundia proporciona desarrollo, fortaleza y resistencia; cuyos valores son de enorme utilidad a la hora de transitar en intrincado mundo donde cautivan las cosas materiales y los sentimientos comandan nuestras acciones. (más…)