riodejaneiroEran tiempos en que la intrepidez constituía la causa principal de muchas aventuras, y algunas llegaron a parecer verdaderos actos de arrojo. Sin embargo, eran épocas en que la osadía representaba un bello impulsor natural de  proyectos que nacían  de las continuas ilusiones, y en importante caudal. En consecuencia, uno de esos sueños fue elaborando la decisión de ir a Río de Janeiro en auto, pero la distancia es de 3.300 km, y en ese tiempo, casi 3 décadas atrás, el medio disponible era un vehículo, ese del león, con una decena de años sobre su lomo, por eso, al motor le “golpeaba una biela”, serio defecto mecánico que tratamos de disimular  con un litro de aditivo en el aceite del cárter. (más…)