Un argentino auténtico jamás debería dudar de las cualidades de patriotismo, altruismo y capacidad para analizar las necesidades de la sociedad que integraban y del país en su conjunto, que evidenciaron en los hechos próceres de la talla de San Martín y  Belgrano, por ejemplo; ellos no se perpetuaron en el poder (y podrían haberlo hecho tranquilamente), tampoco quisieron dejar una impronta personal y compulsiva en plazas, paseos, vías de comunicación y, mucho menos, en monumentos; con tal actitud, seguramente, pensaron que sería la posteridad agradecida la encargada de reconocerlos por la actuación en favor de nuestra Nación y proyectada luego a toda America  del Sur; según  anhelaban  San Martín y Bolívar.

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