Archivo para marzo, 2013

19033_1163_1_lgEn el espacio social, una persona podría exhibir una dialéctica refinada, exquisita; pero una cosa es decir y otra  bien distinta es hacer. En consecuencia, el grado de inteligencia práctica de una persona jamás podría medirse por su acción verbal, aunque sea  importante el caudal cultural que incluyan sus palabras; más bien corresponde valorarla por los sucesivos actos realizados en el tiempo que, cuanto más prolongado, mejor evidencia la capacidad del individuo. Además Albert Einstein afirmaba: “Es más importante la imaginación que el conocimiento”.

 En el  ámbito político, en particular y por ejemplo, el más capaz nunca debiera ser el que más “horas-comité” acumula; sino el que demuestre lo expresado en el párrafo anterior; de este modo habremos contribuido a perfeccionar el sistema de selección a través de una genuina intención patriótica, donde ubicamos al pueblo en la cúspide de la estructura social. (más…)

Un argentino auténtico jamás debería dudar de las cualidades de patriotismo, altruismo y capacidad para analizar las necesidades de la sociedad que integraban y del país en su conjunto, que evidenciaron en los hechos próceres de la talla de San Martín y  Belgrano, por ejemplo; ellos no se perpetuaron en el poder (y podrían haberlo hecho tranquilamente), tampoco quisieron dejar una impronta personal y compulsiva en plazas, paseos, vías de comunicación y, mucho menos, en monumentos; con tal actitud, seguramente, pensaron que sería la posteridad agradecida la encargada de reconocerlos por la actuación en favor de nuestra Nación y proyectada luego a toda America  del Sur; según  anhelaban  San Martín y Bolívar.

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foto_0000000120130218144457A veces transitamos por la autopista, en el tramo que une la ciudad de Córdoba con otra importante población, generalmente por la mañana y a plena luz del día; y en el recorrido solemos ver con asombro e incomprensión cómo vehículos de alta gama (y en esta categorización señalamos con especial énfasis a los ejemplares de origen teutón), cuyos conductores suponemos, con bastante lógica, que son personas con destacado nivel económico y cultural; por esto último sólo nos referimos a la capacidad  de entendimiento de las cosas. Sin embargo, son los mismos que no respetan la velocidad máxima, que es de 130km por hora, pues a ojos vista desarrollan altísimas velocidades que bien podrían calcularse, en muchos casos, superiores a los 170km por hora.

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