Una tormenta podría abatirse de diversas maneras; tal  vez con un prólogo de viento fuerte e intensa polvareda, si antecede una larga sequía en el lugar; y si manifiesta un posterior frente de nubes, el cual tiene tonalidad verdosa y densa, indica grandes posibilidades de granizo; y con mayor amenaza aún si es entre relámpagos y truenos. Finalmente la lluvia. Todo este ciclo, conformado por las etapas expresadas, es sólo probable; pues, como decían en el pasado los abuelos campesinos, “el tiempo siempre hace lo que quiere”.  Entonces, lo único cierto, en lo inmediato, es lo que vemos con nuestros propios ojos: la tormenta, que se sustancia progresivamente y jamás vendrá de golpe. (más…)