Eran las 10,05 horas de un día ventoso y nublado, en la primera  semana  de mayo, cuando nuestro avión posaba suavemente sobre la pista del aeropuerto; enorme complejo denominado Heathrow; en el cual tendría que realizar el trámite de ingreso al país y, posteriormente, recuperar mi valija.

 Comencé por  hacer una nutrida cola en la pasarela definida con cintas azules; la que pronto estableció dos alternativas: “comunidad europea y norteamericana” por aquí, y “el resto” por allá, al otro lado. De este modo me vi  mezclado con africanos, centroamericanos, hindúes, etc.; y delante mío un  individuo  con indumentaria de monje Shaolin; todos pasaron con bastante rapidez, hasta que llegó mi turno. La persona de migraciones, una corpulenta morena, con evidente ascendencia afro, que al mostrarle el pasaporte me miró fijamente y exclamó en idioma local: (más…)