imesEn esta ocasión se trata de preceptos referidos a nuestro cuerpo y alma, y extraídos de ilustraciones que figuran en el  libro destinado a  alumnas adolescentes de una escuela de Roma, Italia. Por su profundidad reflexiva, en verdad resultan interesantes y, sobre todo, si los valoramos desde su antigüedad, pues formaron parte del programa de estudios en la década 1860-70. Tiempo después este  libro fue traído por una familia de inmigrantes italianos que ingresó a la Argentina, precisamente el 19 de abril de 1884. Y aquí constituyó el “vademécum” que sirvió para la educación de los hijos y por largos años. A continuación, una parte del texto traducido:

“La mayor fortuna, queridas niñas, que podrían tener en este mundo es ser buenas y estar sanas. La bondad es cosa propia del alma, la salud es cosa que pertenece al cuerpo. Nosotros debemos buscar siempre  ser buenos, y  estar sanos. Para ser buenos es necesario amar todo aquello que está bien y odiar todo eso que está mal: necesitamos realizar obras buenas, y huir de las obras malas.

La religión  les enseña lo que deberán creer, amar y esperar. Pero tengan especialmente en cuenta de no avergonzarse jamás por hacer el bien, y sí de avergonzarse  por intentar cosas malignas. Alégrense de vuestra situación. La envidia es el más vil de los siete pecados mortales. No miren a quien tiene más que ustedes, miren a quien tiene menos, no miren a quien está mejor que ustedes, miren a quien está peor: entonces verán cuántas personas están en condiciones más tristes que las vuestras y harían voluntariosas un cambio con ustedes.

Cuando puedan ayudar a los que no son felices, no se dejen tomar por la pereza: ayúdenlos, pero no  lo cuenten, no se lo digan a nadie, si no, todo el mérito se va como el humo. Sean generosas. Si les hacen una ofensa, perdonen de corazón. Conviene olvidar las ofensas, y tener siempre presente los beneficios que recibieron alguna vez. Cientos de ofensas no debieran cancelar de vuestra memoria un solo beneficio disfrutado.

Instrúyanse, pero para ser buenas personas, para ser útiles a ustedes mismas y a vuestra familia. No para vanagloriarse, porque éste fin no reconocería una estupidez mayor. Adiéstrense para ahorrar, no por el gusto de ver el dinero en la alcancía, sino con el fin de ayudar a los que menos tienen y hacer frente a cualquier imprevisto. Huyan de la mala compañía de otras niñas. No leer jamás libros insulsos. Hablen poco. Con  frecuencia es necesario arrepentirse de haber hablado, sin embargo, es muy difícil que tengamos que arrepentirnos por haber quedado callados. No hagan ninguna cosa que ustedes no harían si fueren vistas.

No está bien, como quieren algunos, comer poco y seguido, pues conviene comer moderadamente y espaciado. Correcto será comer tres veces al día solamente: desayuno, almuerzo y cena. Es preferible consumir carne cada tanto. Los huevos son muy nutritivos, un científico asegura que un huevo de gallina nutre más que medio kilo de cerezas. El desayuno con pan y manteca para ustedes, niñas, es un excelente alimento. Café, consumir poco. Beber solo cuando tengan sed. No beber cosas muy frías junto a comidas calientes, tampoco beber mucho con comidas muy grasosas. Cuídense de no comer nunca hasta la náusea, y cuídense también de no comer solo por glotonería, cuando no tengan hambre. Más bien, si quieren demostrar inteligencia, necesitan salir de la mesa siempre sin estar plenamente satisfechas.

En el vestir, atenerse a lo más cómodo. No usar fajas o ropas ajustadas, porque está demostrado que ellas impiden la digestión;  debilitan los músculos de la espalda, perjudican la respiración, la circulación de la sangre y, en consecuencia, toda la nutrición del organismo. No descuidar el calzado, el frío, la humedad y la estrechez, con frecuencia son causales de problemas serios.

La casa se dice que es el reino de la mujer. Denle aire, mucho aire a vuestros cuartos. El aire puro es el principio de la buena salud. Quien respira aire malo, quien tiene miedo de abrir las ventanas, de asomarse para tomar una bocanada de aire, por fuerza se enferma. No permitir que duerman en vuestra habitación animales, ni siquiera un canario, tampoco tener plantas  ni flores. Levántense temprano, y temprano vayan a dormir, recuerden que trabajar con el sol ayuda a la salud, en cambio las luces de velas, aceite, gas o petróleo vician el aire que debemos respirar. Además, el trabajo nocturno, perjudica la vista. En invierno, no tener braceros en los cuartos, ni calentadores entre las manos o pies, pues son nocivos a la salud. Donde hace mucho frío, si la indumentaria de lana no basta, emplear agua caliente. Hagan que vuestra casa sea limpia y  linda, la mugre vicia el aire. Y cuando entramos a una casa bien limpia parecería que mejora nuestra respiración, y enseguida nos hacemos una buena idea de aquellos que la habitan. Vean que los males contagiosos como el cólera, la fiebre amarilla, las primeras de ser visitadas por el flagelo son las casas sucias.

Cuando refusila no meterse en las corrientes de aire, quédense alejadas de los metales. No se refugien jamás debajo de los árboles. Luego de almorzar, conviene realizar tareas recreativas, pero es recomendable no excederse en esfuerzos físicos.”